TIENDA

15 de octubre de 2016

Mi primer año, ganancias y pérdidas.

Llevo un año trabajando duro mi nuevo yo, entrenando, mentalizándome de que debo de comer más sano, sorteando algunos de los inconvenientes más raros e inauditos que conlleva entrenar, conociendo gente que también trabaja duro a pesar incluso de horarios interminables en trabajos exigentes. En este año he conocido todo tipo de gente, y aunque ha habido algunas desilusiones los que al final quedaron han sido gratas sorpresas y grandes amigos. No voy a hablaros hoy de las grandes personas que he conocido por el camino, sino de aquéllos que me han desilusionado, porque es parte de este mundo, porque hoy está el día gris, porque hoy está lloviendo y porque me da la gana. Ha habido desilusiones de todo tipo, más raras de las que hubiera podido imaginar. Las ha habido de las que se han creído muy modernas para ser como yo, por lo visto tener 40 años es ser vieja ya, quien ha estado sin entrenar y comiendo churrasco a mandíbula batiente y por supuesto llorando por no ver resultados, victimeando todo el rato, los ha habido que parecían muy leales pero escondían un secreto con muchas mentiras y mucho postureo, donde la fachada escondía tan sólo un débil atrezzo de la realidad, y los ha habido dioses... sí, dioses: son aquellas personas que parecen de carne y hueso, que están ahí para tí, que tienen también sus inseguridades y penas, que cuentan contigo para ayudarles en los momentos en los que están sin fuerza, hasta que un día se revelan como los dioses que son, están por encima del bien y del mal, no quieren darte directrices pero te dicen todo el rato qué tienes que hacer, qué estás haciendo mal y que tu camino no es el correcto, son capaces de darte lecciones en campos en los que tú tienes más conocimiento... se alzan en altares y te conviertes en una simple hormiga que molesta a su alrededor. De repente son los reyes des las redes sociales y toda su vida es de color de rosa. ¿Qué les lleva de tristes mortales a dioses? ¿Por qué creen que son mejores que tú? Algún día Iker Jiménez descubrirá el gran secreto que esto conlleva, mientras tanto...

Queridos todos: mi paciencia no es infinita y juro que he hecho todo lo posible para no mandarlos a la mierda más de una vez a cada uno de ellos, pero también soy imperfecta.

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