Decidí comenzar a entrenar sin más demora. Ya había decicido que quería hacer calistenia, para los que no lo conocen decirle que es una forma de entrenar con tu propio peso, lo que viene siendo la gimnasia que se hacía en el cole: abdominales, flexiones, sentadillas... y mis peores amigas, las burpees, digo amigas porque ya había leído que ayudaban un montón a perder grasa, así que aunque las odiara tendría que considerarlas amigas.
Una vez que ya tenemos controlada la ropa que vamos a llevar puesta y tenemos el pelo bien sujeto para que no se nos pegue en la cara con el sudor o nos de en la cara la trenza al hacer algunos ejercicios me propongo calentar. Cuando no has entrenado nunca, no has hecho ejercicio en muchísimo tiempo, calentar es como la antesala al infierno... de repente te das cuenta de que te sobra ropa... toda de hecho, aunque estemos en pleno invierno de repente tenemos mucho calor y al mirarnos en un espejo veremos toda nuestra cara roja, ardiendo, mi primer pensamiento fue que me iba a ir hinchando como un globo hasta explotar y poner perdida toda la habitación, así de simple. Había elegido Freeletics para ir metiendo el cuerpo en vereda y me ofrecieron hacer una rutina llamada Metis: en total son 45 burpees, 45 climbers y 45 jumps. Fácil no, lo siguiente, pero tuve que hacer la versión fácil de este ejercicio, además de que no podía hacer los movimientos tal cual pedían, tenía que mover primero una pierna y después la otra porque mi agilidad es 0 y mi elasticidad también es 0. Fueron los 11 minutos con 29 segundos más largos de toda mi vida, la cual vi pasar por delante de mis ojos a cámara lenta entre repetición y repetición. Después de yacer muerta unos minutos en la esterilla unos estiramientos y a la ducha, recuerdo ese momento como la ducha más agradable y placentera que jamás haya recibido.