TIENDA

17 de junio de 2017

Los ojos con los que se mira.

Dicen que no se debe de juzgar a nadie sin conocer su verdadera historia, que cada uno llevamos nuestro propio infierno con nosotros. He observado que algunos lo exhiben ante las masas como muestra de superación, otros lo presumen magnificado y más terrible de lo que realmente fue con afán de obtener reconocimiento, y sólo, algunos pocos, lo ocultan en su fuero más interno. Como todos, tengo uno, como algunos pocos, lo mantengo oculto y  a salvo de juicios de extraños y propios. No creo en la exhibición como medio de convencimiento, como medio y clave de expresar quién y cómo soy quién soy, no creo en la necesidad de ayuda para soportarlo, no creo que existan respuestas adecuadas. Algunos días te levantas y agradeces lo fuerte que eres hoy, otros días te hubiera gustado no haber tenido que serlo, todo está en el color del cristal con el que se mira.
Mi infierno me ha marcado desde bien niña, me ha acompañado casi tanto tiempo como mi mejor amiga, puede que algún día pierda esa amistad, pero él me acompañará hasta el día que me muera.
Creí que algún día lograría deshacerme de él, pero con la edad he comprendido que no es posible, el pasado siempre estará ahí, los recuerdos seguirán ahí, por eso soy quien soy. 
Las dos opciones que da la vida son lamentarse todos y cada uno de los días de lo sucedido, o pelear para que cada día sea un día de superación y alegría, no conceder ni un solo segundo a compadecerme a mí misma e intentar que el pasado sea sólo eso: pasado. Creo que ya sabéis qué he elegido, soy una guerrera, una peleona, no me conformo con lo que llega sin luchar, quiero disfrutar de todos y cada uno de los días, los soleados y veraniegos, los grises y los oscuros, sólo tengo que mirar con los ojos adecuados, unos días es muy fácil y otros con gran dificultad. Pero ahí está la gracia, eso es lo que me convierte en una guerrera, eso es lo que me hace ser una Valkiria.