Un día cualquiera, por la mañana, sobre las once, tal vez sobre la una, en mitad de un Carrefour, en mitad de un centro comercial. Ves pasar a una de ellas, totalmente maquillada, más maquillada que peinada, quieres ser buena persona y pensar que quizá va camino de su entrenamiento. Después ves a otra, y a otra, diferentes horas, diferentes sitios... y te das cuenta de que no están vestidas para entrenar, que están vestidas, sin más. ¿Por qué? ¿Qué les hace vestirse con mallas y deportivas? Si no supiera que me metería en un lío les preguntaría: ¿entrenas por aquí cerca? ¿por qué vas vestida para entrenar? ¿es por comodidad? ¿es porque haces muchos kilómetros para compras maquillaje? ¿amas la lycra? ¿crees que estás favorecida? Porque señores y señoras, la mayoría de estas mujeres no sólo van mal peinadas y muy maquilladas sino que además no tienen un cuerpo que se vea favorecido con lycra. He llegado a pensar que debe de ser algo en el agua del grifo, quizás alguna sustancia te hace querer vestir de lycra, o te crea la necesidad de sentirse como un superhéroe en mallas, creerse sexy hasta el infinito, ahorrarse tiempo al ir al baño por no tener cremallera o botones que abrochar... esto seguirá siendo un enigma digno de Cuarto Milenio. Mientras investigan este hecho puedo prometer y prometo que nunca me veréis vestida de lycra si no es para hacer deporte, esto es, unos minutos antes de comenzar, durante y el tiempo justo que me toma ir al baño a darme una relajante ducha.
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